Recito fantasías,
aquí, en esta realidad
divergente a mi pasado.
Montañas de media neblina
me acarician las heridas
y un frío que me cura
con el agua que destila el cielo.
Escucho la melodia del viento,
notas que vuelan y sosiegan,
que susurran en mi oído
y recorren una trayectoria inverosímil.
Baila la brisa con las hojas de los árboles,
baila mi cabello con la silueta
del relieve inamovible en la lejanía.
Recito un poema más,
frente a la inmensidad
de una tierra de catarsis.
Veo mi vida resumida en
lapsos de tiempo que recurren
a mis mejores latidos.
Ahora, late, corazón,
sin penas ni perjuicios.
Late a pleno por sobre la cordillera,
por la falda de la colina,
de frente al astro rey que nace.
Esperanza de mi juventud.
Soy yo el que escribe versos,
son los versos los que forjan
las múltiples tonalidades
de este sibilino ser humano,
que siente demasiado
y camina escaso de olvidos.
Recito anhelos apresurados,
lírica pulcra y sincera,
dedico algunos al amor que
me ha hecho sobrepasar el umbral,
aminorar las llamas enfrascadas
y encontrar la esencia verdadera
de disfrutar la realidad.
Un ser escultural,
que habita muy cerca de mi morada,
precedida por el majestuoso paisaje
que se refleja cada día en sus ojos.
Jardines a su al rededor,
flores multicolor, un girasol
que atestigua el casual encuentro
de un pueblo incrustado en la montaña
con nuestras enardecidas figuras.
No desfallezco ante la presión,
de las hojas que caen
al abismo del tiempo,
las flores que mueren prematuras.
Me sobra el deseo incauto,
de un nacimiento propio,
un rincón inefable para descansar,
y una propia historia hecha poesía.
Esto soy y nada más;
estela de mis antepasados,
diminuta gota de agua
que cae, se evapora y levita.
Trozo de creación viviendo
un ciclo etéreo y fugaz.
Recítame tú,
que ahora eres quien lee
este pretérito mensaje,
que escribo a retazos insonoros
del grito iracundo
de un alma que desea ser libertada.
-LF Medina
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