Las manos de mi madre sobre mi frente
colman de fresco mi enfebrecida infancia.
Dieron cobijo a tantos momentos de desaliento,
de desconcierto cuando la magua apabullaba
nuestra inocencia.
.
Las manos de mi madre
hilaban fino en las madrugadas,
muñecas de trapo, de lana las trenzas
sonrisas pintadas color de fresa,
los ojos botones color azabache
que cobraban vida con la magia
de la noche de Reyes
y en la mañana despertaba la ilusión.
Las manos de mi madre cual palomas mensajeras
mientras amasaban el gofio revoloteaban ligeras
para calmar las ansias de nuestra hambre pasajera.
Las manos de mi madre con olor a canela,
a hierbabuena, a manzanilla, a caña santa
y a magdalena .
Las manos de mi madre huelen a masa recién horneada,
a bollos de leche y a fruta fresca
en la noche mágica de las hogueras.
Las manos de mi madre tienen olor a la sementera,
a campos sembrados y a espigas llenas,
a hierba fresca y a tomatera.
Las manos de mi madre son abanicos de transparencias,
sábanas blancas sobre la arena y bajo el puente
en la ribera.
Las manos de mi madre en el barranco
huelen a salvia y a romero,
a jabón azul color de cielo,
a heno de Pravia y a caramelo.
Las manos de mi madre plumas de seda
que acariciaban nuestras cabezas
mientras cantaba el arrorró
y el sueño llega.
¡Benditas las manos que nos criaron
y ahora tiemblan ¡
Mari Carmen Martín (marcamar)
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