Él:
Grito inconsciente desgarrando mi voz por la verdad candente,
doblegando la humildad por las voces creyentes.
Existes y verdad es, cuerpo herido que muere,
que tras puerta de piedra revive.
Plañideras a tus pies tuviste adornando tu final
como ornamenta floral enlutada de sentimientos.
Eres mi luz eterna, el sosiego de mi alma, me enseñas
al recordar cómo la otra mejilla presentas.
Tú:
La faz de luz que sosiega y enseña.
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