Cuídate del ambiente placentero; teme al acueducto que permanece impoluto al tiempo. Nada es para siempre y lo que sobrevive a ti ya no te pertenece. La vida te enseña a construir, te induce a seguir, pese a las adversidades. Hazle caso, atiende a su llamada, no hagas oídos sordos cuando te llama. Súmate a la incertidumbre del bienestar, ese que transmite confianza. Agudiza tu sentir y no dejes que la mole gris, que envuelve al pensamiento dañino, gane. Dale viaje de ida a la precariedad, despidiendo para siempre al final. Comienza cada día de nuevo y vive.
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