Ya no puedo esperar, la mañana es neblinosa, gris.
Los cerros se ocultan en las opacas nubes,
densas, cansadas.
Ya no puedo esperar,
la lengua del camino
de las faldas de aquel cerro me llama.
Los fantasmas de aquella montaña
esperan el aterrizaje
de un indescifrable vuelo de avión.
Hasta allá vive mi amada, pienso.

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