Sólo anhelo templar tus iris celestes de cristal, mesar tu cabello en cascada mansa de oro y plata, diadema sagrada sobre tu frente sabia, luceros de ojos que en la noche fría hablan… Si es que hasta las criaturas devotas de la Luna se visten de gala para encumbrar tu figura, cuando tu silueta por delante de mi mirada pasa, Diosa de la estrella lejana, Perla en la concha cerrada. Es el sufrir vivir sin tu respuesta y respirar sin saber si me amas… Vibrando como una libélula morada y verde sobre las aguas claras, sonríen de los árboles las ramas, y sopla suave viento en la arbolada, para revolver la ropa púrpura de las desnudas hadas, en la cercana orilla de la laguna dejada.
Sólo anhelo templar tus iris celestes de cristal, y girar tu eje central, para ver la obra maestra del Hacedor en todo su esplendor, curva a curva, toda tu piel, elegante y taciturna, bañándose al Sol, igual que un cisne de infinitos colores en un lago de novena dimensión.
Sólo anhelo templar tus iris celestes de cristal, y enmudecer al hablar, soñar al verte y no tenerte, pícara imaginación, cruel suerte, poder tocarte sólo en sueños de Luna llena, cuando acariciarte es del destino una treta, fiel damisela, y si te vistes de seda, eres mi muerte, soñarte… Soñarte y no tenerte.