Carta a mi niña IX – Eduardo Ramírez Moyano

En tus sueños me deslizo cada alba, entre la humedad del rocío y la tierra mojada, de nuestra costa mediterránea, y lo hago despacio, con sigilo, cuando ya duermen las hadas y los duendes, y los gnomos en sus sueños gozan de prestigio, no me aflijo, porque sé que sueñas lindo y estás bien abrigada, yo despierto, culo de mal asiento, a las cinco en punto de la madrugada, nací búho y la Luna me reclama, incluso cuando no hay luna, la noche me llama, pues soy animal nocturno, como las ratas pero con alas, y en las noches gélidas de Invierno, mi pasión se desata, por verte dormir, cielo, y cuidarte desde la torre más alta, guardián eterno de tu cuerpo y de tu alma. Por ti, velo, como la vela de la entrada, soy calor perpetuo en el frío tiempo del Invierno, y luz continua en la noche del despierto. ¡Oh, noche embriagadora, de licores desconocidos y perfumes de otros mundos! Tornas a los cuerdos idos, y a los tibios haces meditabundos… ¡Tráeme esa estrella que cuelga de la Luna, tráeme la misma Luna que cuelga del firmamento! Si lo haces, te prometo que no miento, se la dejaré acurrucadita a mi niña en su apartamento, y enviaré a mi mejor hada, para que la vea al despertar junto a su almohada. Entonces, cuando despunte el alba de un amanecer precioso, mi niña y sus dones por primera vez podrán contemplar la dicha de dos soles.

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