Una cruz,
por siglos,
me signa los labios.
Hiel y sal
regresan por mi garganta,
abren un túnel hacia mi vientre,
por el que bajan gotas de silencio
y saliva que arde.
A boca cosida con hilos de sangre,
el hijo que gesto
lleva ya
las palabras muertas en su llanto.
Arte: Santiago Caruso