Pasé por aquí a desearte una bella noche. ¡ Que fundas sueños en el hiperespacio, para que, despacio, el Creador los haga terrenos cual magnífico palacio! Refulgentes las estrellas, una a una, escriban con sus estelas tu nombre, mi niña, como láser lila sobre terciopelo, Marina.
No escribo por escribir, escribo para sentir, para sentirte y para soñar, ¡oh, mi dulce musa! ¿Acaso no sabes que yo ya te conocía en otras vidas, ilusa? ¿Cómo podría si no versarte sin tintero ni pluma, en pura voz, a pelo y antes de la hora bruja? ¡Ay, mi niña! Tú ya has conocido mi buhardilla, y alguna noche ambos debimos de donarnos nuestras almas, porque en vívidos sueños, conjugando los karmas, nos hicimos dueños, a través de dimensiones y agujeros de gusano, de arcoíris de colores y de todo el Universo humano.