Carta a mi niña I -Eduardo Ramírez Moyano-

¡Oh, mi niña y mi luz, mi día y mi noche eres tú! Ensanchas mi alma con tu existencia y dormito como infante junto a la vela, que es súmmum lo que por ti mi farolillo revela, surco océanos en vela, cruzo amazónicas junglas por verte a mi vera, cada vez que te pienso, el mundo se hace Primavera y los seres de cuatro patas por los cielos vuelan. Entonces, nos convertimos en dos dragones de la tinta, y flotamos entre nublos blancos, coloreando de tonos mil el aire encantador y fantástico que, advenedizo, se torna a ir, para emerger desde otro confín trayendo adelfas de rubí que cincelan en las nubes cisnes de marfil, para mayor decoro de nuestras largas alas de oro, y engalanadas también de plata, y entre corales de querubines sonrosados, somos bendecidos; aplaudidos y ovacionados, desde la madre Tierra, por los duendes y los hados…
Pensarás que es un sueño loco de esos de Otoño, mas aunque lo hayas olvidado, mi niña, tú sabes que hemos volado juntos a lo largo y ancho del firmamento de terciopelo en las noches estrelladas, sintiendo la brisa acariciarnos suavemente la cara; disfrutamos de juegos prohibidos más allá de Orión, y nos fusionamos en un sólo ser de fotones, meta conciencia y alma en la constelación de Casiopea con buen karma…

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