SIEMPRE EL SILENCIO
Por esa mudez, inconsistencia verbal que desertificaba las situaciones sin llegar a un entendimiento, por ese distanciamiento a pesar de qué los vientos soplaban a favor.
Por eso se rompió, la cuarteada actitud de cada día nos absorbió, fue la insatisfacción común que olvidamos en aquel momento, sin pedirnos nada a cambio.
Dejamos de crear ilusiones, únicamente los reproches valían, de nada ayudó nuestro entorno, el que no cuidamos, ni parece ser nos importaba.
Mía culpa, suplanté a la madre, olvidé mi infancia, quedando la mujer que llena de vida reventó en su propia cara. Fui salpicada de mi propio hacer, haciendo deberes para aprobar una asignatura que me pertenecía y que nunca pedí.
Ahora el silencio se abre y su eco me rebota, vendrán esos tiempos mejores, me llegará la luz, y las ilusiones dejarán de ser un posible daño para resultar ser una bendición que me hace falta.
Adelina Gimeno Navarro
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