Aquí me siento, cuando no quiero sentir nada. Me siento a observar y analizar cada detalle de mi campo visual.
Expectante a la reacción de mi cuerpo a la soledad, si vuelve a quemar por dentro o simplemente ya no se genera nada en mí.
Pero siento que pierdo la batalla en ocasiones, frunzo mis cejas y se me arruga el corazón. Se me cae de a poco el cabello al pasarle mi mano, se me agita el pecho y me escucho respirar agotado.
Se me cae el cielo encima, y no son nubes, solo es mi alma que se evapora y se precipita hacia el suelo seco.
Pierdo el color, el matiz que genero al sonreír, como ayer; pero ya hoy, a esta hora de la noche, se opaca por las ruinas de una mente tan volátil.
Ya no quiero sentirme caer, aunque me mantenga de pie, pues de nada me sirve estar sobre las montañas si el alma se me escurre hasta quedar debajo del nivel del mar.
-LF Medina
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