Cuan solo tienes el corazón, te pierdes buscado de donde encender la luz, pero es que no te has dado cuenta de que los fusibles se te han quemado de tanto encender y apagar.
Las pequeñas lucecitas que en tus ojos se situaban se fueron apagando con el tiempo, y parece imposible que en algún momento vuelvan a brillar de la misma forma.
Te encargaste de repartir amor como si de lanzar flechas se tratase, y te quedaste tan vacía que ahora no sabes que hacer.
Quisiera poder buscarte entre los escombros que has dejado para mí, pero al igual que cada día, sigo buscándote sin encontrarte.
El alma no te vibra de la misma forma que hace años, estas muy distinta, no logro reconocerte con ese rostro lleno de lágrimas.
¿Dónde quedó el juego perverso donde mis abrazos te arreglaban el alma? Quisiera tan solo poder pegar tus pedazos rotos.
Ana Saavedra.