SOLILOQUIO
Empeñada en la búsqueda de la felicidad,
me encontré con mis silencios.
Y con el silencio, llegó la paz.
Y subida al tren de mis vivencias,
deshice el camino de la empedrada
historia que me persigue,
me atormenta y subyuga.
Ajena a mis instintos, en tierra de nadie,
el aquí y el ahora, se conjuga
en tiempos pretéritos.
Los ritos se suceden con cada ocaso
y en las mañanas se renuevan
las tímidas promesas,
prendidas en el estambre
de la más sencilla de las flores.
La humanidad sucumbe ante
el magnánimo misterio de la creación
y la fragilidad de mi ser, busca refugio
en las praderas de la dulce paz
que emana y borbotea,
en lo mas intimo de mis sentidos.
Allí quiero fraguar mi ultima morada,
en la sal que envuelve la espuma
de mis blancas mareas.
Así quiero viajar por los limbos,
en las ambigüedades de todas
las ignorancias.
Aquí entrare sigilosa,
y quizá ¿Quién lo sabe?
Me quede a vivir por siempre.
Paquita Caparrós