Encontrase ya mi alma reposada,
camino del setenta aniversario.
No gozo en lujuriosa mano ajena,
tornándose mi cuerpo en relicario.
Difícil de entender, a la emisaria,
traer noticias, voz de mal agüero.
Un rosario acompaña la plegaria
resume esta morada un agujero.
De cal visten fachada y campanario.
Cipreses que coronan las cigüeña
y decora la piedra un epitafio
escrito por la mano de su dueña.
¡Aquí yace, vestida con sudario!
Persona que vivió libre de penas
Ligera se trasladó al otro barrio
La fama le llegó por cuenta ajena.
De herencia nos dejó su poemario
Que cada palo aguante con su vela
Y cada cual arrastre su calvario.
De tanta pena propia, como ajenas.
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