LA LUZ DEL ESPÍRITU
Hoy la tierra huele a vida,
es la vida que retorna en cada primavera
en cada brote y en cada silencio,
donde se renuevan las promesas.
Los deseos escondidos afloran
cual mata de romero
para alegrar el paso en los caminos.
Hoy la lluvia me trae los recuerdos
que yacieran latentes dentro mi cerebro;
no digo en mi corazón,
pues este solo entiende de amor
de decepciones y desengaños,
de latidos sin ritmo que mueren
ante las adversidades.
Llueve, el verde crece, los pájaros
cantan y se juran amor en la intimidad
de un efímero nido.
Hoy el olor a la tierra mojada, despierta
en mí, los recuerdos de hogares vacíos
de amores agotados, de olvidos consentidos.
Si, hoy es Pentecostés, y… yo aún espero
mi propia Epifanía.
La misma que deseo para entender
las miserias, las desigualdades,
los ritos y los festejos
y la luz que ilumine tanta oscuridad.
Hoy llueve, la tierra destila el perfume
de la savia, que será futura vida.
Las promesas que serán renovadas
en cada una de las ramas del limonero
que decora los patios, y las risas infantiles
derraman la recién estrenada inocencia.
Hoy llueve, y… yo aún espero la luz
que me haga creer que el milagro
lo llevo dentro, aunque no lo vea.
Paquita Caparrós
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