Su barandal más risco y atalaya fue, que nunca prisión de volátiles sueños (por lo demás saturados de rocíos). De algún modo también –y reales regazos– úteros cuasimaternos y lenes los más de sus rincones. Sofoco de amaneceres tímidos, inciertos, ventanas y vanos, ligados a siempre felices y constantes–sorprendentes despertares. Revitalizantes bullicios, y calmas también (estas más de lo elemental y confortantemente necesarias); arpegios cilindreros a cualquier hora, más musicales retintines o campanillas, lo mismo que campanadas, por todas partes, hacia todas partes, por todas las razones, por todos los ecos y huecos de la memoria; incluso –y las más de las veces– esa… la que de todos es y que poco a poco va dejando de ser ajena.
Hogar al fin, entrañable, espinita entonces, y hoy a/penas caricia indeleble, grata(mente) alojada ya por ahí mismo, pero más en el alma, y en grado superlativo hacia lo más hondo y profundo de aquel temblorosito corazón… que andando era y que quedando (ahí) también (yo) fui.
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2 respuestas a “Patio familiar y colectivo – Daniel Olivares Viniegra”
Hay muchos recuerdos en su poema, maestro, muy bien empacados, pero que se van escapando poco a poco a lo largo del poema. Enhorabuena 👏🏻 👏🏻👏🏻💕
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