
Juglar que te escapas de una pluma que canta,
Romancero que declama, echa lejos la llave del cinturón que la ata.
Pura es la dama del caballero que al frente del ejército cabalga.
Nadie conoce el dolor de la amada, cuando Satán la delata.
Que la trova a vos contenga, pues mis letras no callarán, ni una infidelidad más en aquellas tierras.
Magistrado medieval que a la lozana rondaba, y con el hierro cobrizo topaba.
La prosa quiero hacer valer para dar a entender que ella no engañaba.
Puesto que separados estaban, nadie cantaría trova que los acusara.
Cuando la batalla acabó, el caballero volvió, y a la dama encontró con su castidad intacta.
Son cosas de aquellas aldeas medievales, que juzgan a la mujer que va cosida con llaves.
Mientras que los caballeros, sueltos sus atributos, vuélvense encima altaneros.
Que valga mi escrito trovado para que nadie juzgue sin antes haberse juzgado.
La historia cantaré, con letras trovaré, para el conocimiento del Zalmedina, que el alcalde todavía es.
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