
Me subes al Séptimo Cielo, tigresa en celo, felina reina ojizarca de mis anhelos; cada gritito es un fogonazo de nuestros halos, que revolotean entrelazados, desesperados, como bajo la lluvia los pájaros, mi niña divina, cuando suena fantástica el arpa multicolor de tu vagina; yo te miro fijamente y tú sonríes consecuente, pero alocada, ardiente, preciosa y pura, con tu cabello castaño y senos de hada, flores de un Imperio son los pezones de cada manzana. Angelical silueta la catedral al final de tu espalda, mirada de suma dama. Los orificios del Tiempo se dilatan, vuela mi lengua de dragón erecta y estirada. Te encoges y te estiras como una lombriz, y te enganchas a mí cual araña, entre tules blancos de plata eres penetrada; tu aliento me oxigena vida y poder, se yerguen sobre tus curvas y tu modo mis voraces ojos de saurio de Komodo, hemos cruzado dieciséis constelaciones, y aún no he alcanzado tu boca, me recreo con la Vía Láctea de tu cuerpo, libando néctar de Vida de tus hermosos pezones… Vuelvo a flotar dentro de ti, alrededor de magias inenarrables, sudores psicodélicos, gravedades incontrastables, amor, sexo… Infinito.
Foto de stein egil liland en Pexels
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