Llueve vida líquida sobre el mar de las flores de loto en Tailandia, llueven largas lágrimas de cisnes sobre las terrazas de las avenidas y los cines de Valencia en la distancia, cristalinas cascadas fucsia derramadas allá en azules confines, pero ¡ay!, la nubecilla color azafrán que tiene forma de delfines, puertas adamantinas del Nirvana, espectáculo empíreo, versos del mañana que en sus senos te defines, receptáculo de almas, dame la calma ante los cuernos del insondable mundo, porque ante los cuerpos de las diosas me vuelvo mudo, y ante los golpes de la vida taciturno, crápula al alba y romántico diurno.
Llueve mucho, se diría que las Diosas orinan, y una gran lluvia dorada nos embriaga, empapados y extasiados de gusto salado, los más puritanos enrojecen de carnes cuando el mundo arde, sexos y agujeros y membranas se abren para recibir el Néctar de la Vida.
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