El destino se vuelve tan astuto algunas veces, es confuso, peligroso, e incluso bueno con algunos. Conmigo solo cuenta chistes.

Me toma de las manos con la esperanza de poder lanzarme contra la pared.

Una lucha constante con la vida para que esta no me ahogue en desgracias intermitentes.

Los manchones de sangre en mi vestido son pequeñas decoraciones de la vida después de las dulces derrotas.

Arrancar la corona de su larga melena y dejar que sus rodillas se raspen ante la caída de su imperio es la forma de comunicarle que la belleza la trae más en la mirada que en su labial carmesí.

Ver sus lágrimas oscurecidas resbalar por sus mejillas tersas y no poder limpiarlas por miedo a que estas te quemen el alma.

Le temen por la espada que empuña siempre con fuerza. El no poder acercarse y poseer el deseo de hacerlo es para muchos el suicidio perfecto.

La naturaleza le ha creado una corona, porque incluso el invierno suele quemarse por la intensidad glacial de su espíritu.

Así es como no ves venir el desastre; aún teniéndola de frente.

—Yaretzy Elizalde.