Somos pequeñas proporciones de átomos esperando encontrarse.

Una vez que los cuerpos se encuentran y estos chocan con gran fuerza siendo así tan capaces de fusionarse uno con otro, es extraño las reacciones que se tienen. Que incluso el miedo de fundirse en alguien a tal medida de adorarle, impide la total felicidad así convirtiéndonos en inmundos infelices.

¿Por qué tanto miedo pequeña alma perdida?

No fuimos capaces de querer, ¿Cómo seremos capaces de querernos?

El encontrar a quién llene el vacío y calme la ansiedad, es de esas pocas cosas que se podrían describir como gloriosas.

Cometemos muchas locuras a medida que el tiempo transcurre, tantas que nunca terminaríamos de contarlas.

No quisiese despertar un día y saber que pude hacer más de lo que hice.

Alguien me dijo que el tiempo no cambia, aunque ajustáramos los relojes a nuestro antojo. Mencionó que cada cosa se encontraría en su lugar a la hora, minuto y segundo que le tocase. Nada sucedía porque sí. Que cada desastre ya estaba planeado para cada uno sin poder evitarlo.

Que incluso la muerte de una hormiga tenía que ver con el cambio.

La pérdida es una de las cosas en las que el tiempo parece el principal enemigo. Tenemos tantas historias secretas detrás de la sonrisa que podríamos ser estantes repletos de libros con candado.

Nos acostumbramos tanto a la presencia de alguien que cuando esta desaparece cuidamos incluso el polvo que ha quedado en el suelo.

Nos aferramos hasta el último segundo por no dejar ir los recuerdos, e incluso recordar el sonido de su risa y el pequeño gesto que hacía con la nariz cada que sonreía; son cosas que quisiéramos resguardar en un cajón y poder observarlas cada que deseemos.

La despedida se vuelve dolorosa. La asemejo mucho con una semilla, ya que esta brota y crece cada vez más con el riego de las lágrimas, pero en cierto momento el gran roble que ha crecido te traerá paz, porque no hay nada más hermoso que ver danzar con el aire las hojas de un árbol que en cierto momento te incrustó el alma con sus raíces.

Somos pequeñas proporciones de átomos esperando encontrarse, ¿Lo sabías?

—Yaretzy Elizalde.