Te amé entre letras y canciones, entre melodías que no fui capaz de cantar. Entre letras que no fui capaz de escribir.
Te adoré entre jardines repletos de rosas y, aunque no pude tocar ningún pétalo, fui sabedora de tu inevitable belleza. Incluso te veneré en la playa, mientras mojaba mis pies en el agua; no obstante, la brisa me enloqueció el corazón.
Te admiré también en la puesta de sol; aunque, me oculté en la oscuridad.
Tu pequeño corazón roto fue mi puzzle favorito, y, aunque rompí mi cabeza para poder armarlo, amé cada filo de esas piezas.
Conocer la belleza y el brillo de un alma enloquece, pero contemplar cómo libera su lado roto para ti, hace perder el juicio.
Las tinieblas bajo tus ojos me suplicaron quedarme para arropar tus heridas. Mis lágrimas se convirtieron en bálsamo, y mis labios en lugar seguro.
En otra vida, hubiese hecho un ramo de estrellas para ti.
–Yaretzy Elizalde.
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