¡Otoño legañoso! Que al alba nos traes las noches del frío, corrientes sopla Eolo de rocío. ¡Ay, Otoño primoroso!, estación es tu don de las primeras lluvias, y de los días más cortos. En torbellinos varios, superficies-espejo de bellos charcos, las hojas van bailando en corros como eternos corolarios.
Contraste de Primavera, cuando los poetas deliran alegría y también penas, sensación blanca y negra que se repitiera…
¡Otoño Magno!, que portas la pesadumbre de la melancolía en los anillos concéntricos de los árboles y su saber en las arrugas de cada pliegue y hoja.
¡Otoño silente!, mientras suenas a relente, me mezo en la brisa que arrojas, y sorbo desde la ventana de mi taza de café caliente a solas.
¡Ay, Otoño mío! -Eduardo Ramírez Moyano-

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