Me reía frente a la vista del atardecer, ¿Porqué no me advirtieron que no sería fácil?
La facilidad con la que caí en tus aguas, y tu ni siquiera parecías un poco mojado. Sin embargo, como si de una aventura se tratase, acepté que me encantaba que el agua me empapara.
No tenía mucho que decir, el amor me estaba enloqueciendo. Los lindos ojos brillantes y la sonrisa tunante decían mucho de tí.
No me advirtieron lo complicado que era enamorarse de aquellos que en lugar de cultivar flores, las extraen de la tierra. Pude argumentar que mi corazón era el jardín perfecto para tus manos.
Nuestra sangre se volvió joven, y mientras el corazón se me llenase de flores, sabía que no me importaría convertirme en un precioso jardín para tí.
Entonces así fue, demasiada tierra para pocas plantas.
Ana Yaretzy.
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