No nos detenemos a pensar en el sexo.
Lo que pensamos, verdaderamente, está en la piel.
En el mar abierto del placer.
¡En el maldito orgasmo!
Que -como bien sabemos- es la miel
que nace y fluye de otro ser.
Porque sexo por sí mismo
no representa nada.
Representa el vacío
de la existencia tan vana.
Pero piel.
¡Piel amado amigo!
significa muerte
y significa placer.
Placer de los mortales,
refugiado en los cabales
de la diminuta existencia humana.
¡Oh!, divinos placeres.
Tan escondidos y groseros,
que parecieran ser eternos
como en el cielo los luceros.
¡Oh!, placer si me abandonas.
Ya mi vida está vacía.
Pues, quererla ya no puedo,
aquella piel que fue tan mía.
No morimos en el cuerpo.
Nos morimos en la vida.
Cuando queda en agonía
la raíz de la energía…
¡Divino!
Divino aquellos días,
de la frescura de mi vida,
hoy egoísta juventud,
ya te escondes de mis pasos.
Ya no pones tus placeres
ni en mi piel ni en mis abrazos.
Hoy placer cerramos trato
y abro puerta a la salida.
Bien sabemos que esta vida
trae debut y despedida.
Da placer a nueva piel
y vanagloria juventudes.
Que la vida solo es sueño,
que se guarda en ataúdes.
Daniel Jiménez
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