Estando yo misma en llamas enciendo a otros. Jamás muerte. Fuego y vida.
Anais Nin
Te hubieras
quedado anoche,
después de rozarme tan cerca,
de respirar tu mismo aire,
de mirar tu andar,
tus pasos de hombre.
Te hubieras quedado,
A cinco centímetros,
a dos jadeos,
A milímetros de piel,
porque mi sazón
de mujer
¡a punto
estaba!
¡Te hubieras
quedado
anoche!
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