Imagino detrás de las montañas el rumor del mar
Una sinuosa vereda angosta
Y los ocres matorrales
Puedo oler la brisas de caracolas, peces y barcas
Sentir las oleadas de agua brava
Y la blanca espuma en mi boca
Granos de arena jugando
Después de empapar mis lacios cabellos
Puedo acariciar el horizonte con la mirada
Mientras un pequeño barco
Se tiende lejano.
Puedo imaginarme sentada
Siendo agua y tiempo a la vez
Gota infinita y salobre de milenarios prodigios
Testigo humilde del amanecer cotidiano
Y de la excelsa muerte
Puedo ser más que sombra
Romper mi propio círculo
Y salir de mí
Desde este extraño confinamiento
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