De plástico la ciudad,
de hierros escandalosos y retorcidos,
de cielos grises y días empobrecidos.
Gente sin ojos
que anda y no va.
Niños sin madres,
padres sin brazos,
besos empolvados entre la suciedad.
Almas sin dioses,
adorando al vacío
de una triste caja de cristal.
Nos ha vencido nuestro propio raciocinio,
divagando entre el ser y el estar.
Ya nos perdimos,
no somos,
ni estamos,
sólo un paraíso virtual.
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