Entonces un día me abrazaste, ahuyentaste mis miedos, paralizaste el tiempo y sentí que el corazón quería escaparse de mi cuerpo.
Fue ahí cuando pude comprenderlo por completo, fue en ese preciso momento cuando comprendí que mi lugar siempre había sido a tu lado, entre tus brazos, junto a tu pecho, disfrutando de esa maravillosa sensación que por fin pude llamar amor.
Y me aferré tanto a ti, mientras le pedía a la vida que por favor, no me faltes nunca.
© Addel Córdova
Deja una respuesta