LETRAS DE MUJER/M.Carmen Martín Mendoza

LA MUJER LA MAESTRA LA POETISA LA AMIGA
Mari Carmen Martín Mendoza
Es un orgullo para mí que leáis esta publicación, es un honor que haya sido escrito en primerísima persona. Estas palabras distan mucho de ser un relato de ficción. Un escrito dónde se tenga que imaginar, pues de novelado tiene muy poco. Solo la experiencia y el saber que se ha tenido para escribir dictan sentencia en la verdad. Que la mujer que escribe se descubre y nos muestra su lado humano que anda de la mano de la docencia.

Adelina GN

SER MAESTRA

Siempre he pensado que mi mayor acierto y mi mayor logro conseguido a lo largo de mi vida, además de haber sido madre, es el de haber sido maestra.
Yo siempre he pensado y he dado gracias a Dios por concederme el regalo de trabajar y ganarme la vida haciendo lo que me gusta hacer: enseñar, ser maestra, dar clases, trabajar en el aula con mis alumnos y alumnas, verles las caritas inocentes y ver cómo se les ilumina la mirada cuando captan los conocimientos que yo quiero transmitirles. ¡Esa sensación no tiene precio, no se paga con nada!
Soy una privilegiada: He hecho siempre lo que me gusta hacer…y encima me pagan. ¿qué más se puede pedir?
Tuve además la gran suerte de haber desarrollado mi profesión en un colegio donde me sentí rodeada de personas con vocación también como yo y donde lo prioritario era el alumnado, su preparación, su progreso evolutivo, su formación integral como persona. Además el colegio coincidió en sus comienzos con la formación del barrio, un barrio que carecía de todo lo elemental para una vida digna, por lo que desde la escuela tuvimos que trabajar no sólo en el aula, sino cara al barrio, tratando de dar respuesta como colectivo educativo implicado, a las más variopintas situaciones que se nos han planteado.
Sinceramente, para mi, ser maestra, ha sido una aventura emocionantísima.
Y ahora que estoy jubilada, con la perspectiva que da el tiempo, cada vez veo más interesante el SER MAESTRA.
La pena, como yo digo, es que ….cuando al fin conseguí ser buerna maestra, … van y me jubilan.
Y para mi es como si hubieran truncado mi carrera, como si al momento de jubilarme tan prematuramente, me hubieran desposeído de algo valioso que me pertenecía.
De ahí me viene esa añoranza que yo quisiera mitigar escribiendo cada día sobre todas las experiencias acumuladas a lo largo de mis 35 años de vida profesional.

SER MAESTRA ha sido para mi una satisfacción muy grande. No sólo durante los años que ejercí, sino ahora también que me encuentro ya en periodo de prejubilación y que no ejerzo.
Al principio, hace ya diez años, cuando me quedé en casa, me sentí… desarbolada, desnuda, desprotegida; y un manto de silencio cubrió mis día.

SILENCIO

«Silencio,… hondo silencio,
silencio que me acompañas
en el transcurrir del tiempo,
de un tiempo que hiere el alma
que no es, silencio, mi tiempo.

Mi tiempo quedó varado
igual que una barca vieja
en un lugar muy lejano
que está entre el cielo y la tierra.

Por eso tú me acompañas,
¡mi viejo amigo silencio!
y en ti pongo yo palabras
que sólo las oye el viento
que lleva de rama en rama
por esos montes de brezos.
Por eso,amigo silencio
en tus pliegues yo me escondo
para no escuchar sonidos
que vienen de lo mas hondo,
de lo mas hondo del tiempo
y que me roban la calma.

Sonidos que hoy recuerdo
de las bulliciosas aulas
donde quedaron las tizas
que aún tenían palabras
que escribirán otras manos
mientras tú, silencio,…
….me abrazas.

M.C.M.

SER MAESTRA (O SER MAESTRO)
Como carrera de estudios no es que fuera ni dificil ni costosa ni tampoco demasiado destacada socialmente. Por eso se derivaba a mucha gente a este tipo de estudios que sin tener vocación, entraban en la Escuela de Magisterio por hacer una carrera simple, sencilla y sin mucho esfuerzo.
No era una licenciatura, al menos cuando yo estudié, eran una diplomatura que constaba de dos cursos intensos de teoría de la Educación y Pedagogía y Didáctica y luego el tercer curso era ya práctico y se hacía en los colegios públicos, siendo tutelados y orientados por un profesor/a en activo.
Luego había que presentar una memoria o «memorandum» de dichas prácticas y presentarse a un exámen de Reválida, que constaba de unas pruebas objetivas y de un temario extensísimo.

Tampoco quedaba ahí la cosa porque aunque ya con ésto obtenías el título de Diplomada en Educación Primaria, pero para poder acceder a dar clases en colegios estatales, debías opositar contra otros maestros de tu promoción y promociones anteriores e incluso con muchos maestros y maestras venidos de la península, para que te adjudicasen una plaza y pasabas a ser Funcionario del Estado con plaza en propiedad para toda la vida laboral. Así que tampoco era tan fácil.
Pero, ya cuando te enfrentabas a una clase y te sentías maestra, eso ya era tocar el cielo con las manos, al menos para quienes teníamos ese gusanillo dentro desde niñas, como fue mi caso.

Yo creo que la vocación de maestra nació en mi desde que tuve que aprender las primeras letras en casa, con mi familia porque la escuela nos quedaba demasiado lejos y hasta los ocho o nueve años no podíamos caminar tantos kilómetros, ni caminar por veredas, salvando barrancos y precipicios. Esto era en La Gomera, naturalmente.
Por eso cuando ya conseguí estar ante una maestra, que no tuvo que enseñarme a leer, creo que ahí tuve claro que yo sería maestra.
Y ya a partir de entonces para mi …SER MAESTRA…

Ser maestra vocacional
es toda una gran fortuna
pues no hay mejor aventura
que la formación mental
de todo aquel personal
que ante ti ves expectante,
son esos tus estudiantes
los que ávidos de saber
te miran con gran placer
como nadie lo hizo antes.
Ser maestra es dibujar
en las mentes infantiles
las ideas más sublimes
que se han de realizar
es igual que recrear
aquello que Dios creó
y que a ti se te encargó
cual si fueras jardinero
para sembrar el primero
semillas de la ilusión.
Ser maestra es merecer
la confianza de guiar
a quien se deja llevar
por las sendas del saber
ayudándole a conocer
el mundo en que va a vivir
que no le hagan sufrir
que nadie pueda engañarlo
consiste en eso educarlo
para que sea feliz.
Ser maestra es sorprenderte
cuando vas por cualquier lado
y sientes que te han llamado
te vuelves y un jovencito
pregunta de hito en hito:
-¡Maestra!… ¿no me conoces?-
Te ruborizas entonces
y recuerdas cuando niño
al que ahora con cariño
te saluda hecho un hombre.
Mari Carmen Martín

SER MAESTRA… en un barrio que comienza a formarse, que carece de todo, que todo está por hacer y que nadie te da nada si no es a fuerza de pedir, pedir y pedir hasta sangrarte las manos y la garganta, no era nada placentero. Así ocurrió en mi barrio, en San Matías.
Cuando yo llegué a dar clases allí, fui primero una tarde, al ponerse el sol. Me acompañó mi esposo. A pesar de que yo había vivido de joven siempre cerca de aquel lugar, no lo conocía mucho porque era intransitable y peligroso y nunca nos atrevíamos a adentrarnos en él. Eso fue ya en el año 80 del siglo pasado, y el barrio comenzó a formarse a finales de los 60. Y todavía estaban las callles sin empichar, no había alumbrado público ni en las viviendas, ni agua corriente en las casas, ni llegaba allí servicio de guaguas, etc. Era un barrio marginal abandonado de la mano de Dios. Sus habitantes habían emigrado de otras islas y de zonas del sur de Tenerife empujados por la necesidad, la falta de estudios y de preparación profesional. Eran gente humilde, solidaria, con muchos deseos de que sus hijos tuvieran una vida mejor. Fueron llegando como los pioneros del Oeste, donde les parecía compraban el terreno y quedaban montando bloques. (Había una fábrica de bloques cerca «la bloquera de los americanos»)
A los pocos días, ya estaban las paredes en pie y se reunian en grupos para echar el techo, y así cada día se veía desde lejos avanzar el barrio, que por supuesto, no le ponían nada más: ni pisos ni revestimiento y a veces ni puertas ni ventanas, sino tela metálica o plásticos. Al principio, los niños y niñas se llevaban a clase a los Grupos Escolares San Luis Gonzaga de Taco, donde también fuimos mis hermanas y yo cuando llegamos de La Gomera, desde otro barrio más alejado.
Luego la población infantil aumentó tantísimo que ya no cabían y tuvieron que luchar a brazo partido con el gobierno de entonces para conseguir un colegio público ….y lo consiguieron.
Los primeros días de clase, las maestras que llegábamos teníamos que ayudar al personal laboral y a los vecinos a instalar el mobiliario. Por eso, al cumplir el colegio los 25 años, yo escribí….

Fueron duros esos años…
Años de lucha y afán
por conseguir cada día
mejorar un poco más.
Llegabas a San Matías
y mirabas hacia atrás
asombrada tú decias.
-¡me equivoqué de lugar-
Todo estaba por hacer,
notabas necesidad;
las ganas de aquella gente
de formar comunidad.
En el aire respirabas
ansias de libertad,
todo se revindicaba,
nada te daban sin más.
Un moderno edificio,
un colegio a estrenar
que con tantos sacrificios
al fin pudieron lograr.
Poco a poco iban llegando
maestras y maestros nuevos
que se iban integrando
al grupo de los «pioneros».
De «los salones» -decían,
y nos contaban historias,
y a todos nos parecía
merecida la victoria.
Un barrio a medio de hacer,
con gente tan luchadora
que a sus hijos querían ver
formados como personas.
Esa fue la principal
y más grande motivación
que unió a todo el personal
rapidamente en acción.
Se colocó el mobiliario,
se inscribieron los alumnos.
Con reuniones a diario
removimos nuestro mundo.
Llegamos a tener fama
de ser el centro más bruto,
no nos trajimos la cama
porque se notaba mucho.
No fue fácil,…¡ya lo creo!
pero con lucha y tesón
le dimos a esto un meneo
buscando la solución.
Ahora sin darnos cuenta,
nos volvemos hacia atrás:
¡hemos subido la cuesta!
..pero hay que continuar.
Y les damos el relevo
unos que nos vamos ya
a otros que vendrán nuevos
y que tendrán que luchar.
Podrán conseguir la meta
de una nueva sociedad,
que se quiere y se respeta
con justicia y libertad.

Mari Carmen Martín

Y sigo adelante en la vida de maestra jubilada,recordando mis triunfos y mis errores, que, desde el punto de vista de la lejanía en el tiempo, se hacen más evidentes. Y pienso que si ahora me dieran la oportunidad volver a la Escuela, seguro que intentaría hacerlo mejor. Con esa perspectiva, escribí:

¡ CUANTOS AÑOS!
(de maestra)

Tantos años….. tantos años de maestra,
sembrando sonrisas, esperanzas e ilusiones.
Venciendo cada día a esa enemiga nuestra:
la apatía, la desgana ,la ignorancia
que nos empuja hacia atrás,
impidiéndonos el paso.
Pero hemos vencido, le ganamos la partida
Somos nosotros y nosotras
quienes avanzamos cada día.
Cada vez que un niño o niña
esboza una sonrisa
ante su lindo cuaderno de mala caligrafía.
Cuando ya no le corriges
y miras con simpatía
que ha escrito con v
lo que con b se escribía.
Cuando nos damos cuenta.
que el problema no es problema,
que la solución la da la vida,
que todos esos esquemas
son esquemas de alegría
y que se puede hacer más
con palabras de amistad,
que con reglas de ortografía.
Las tablas de multiplicar
también han quedado atrás
porque ahora todo viene
en ventana digital
y en “googles” de fantasía.
Así que hemos vencido
a nuestra monotonía,
sólo tienes que hacer “click”
¡¡Viva la tecnología!!

Mari Carmen Martín
noviembre – 2005

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