Tus caricias son saltos de fe. Me reúno muy a menudo con las dudas, pero aun así he decidido dejarme caer hacia el precipicio que limita en tus brazos.
Aunque me sienta inconsciente en este estado, estoy seguro de estar al pendiente de cada minúsculo movimiento; de tu respiración, el leve latido de tu corazón frente al mío y alcanzo a percibir, incluso, la sangre que corre por nuestras venas.
No entiendo que pasará después de ese instante. Si muera pronto o por el contrario viva cien años más. Todo es tan relativo cuando me tienes y te tengo, que no quiero saber que el tiempo pasa, que me hago más viejo, que no sé hasta cuando pueda irme y volver a ti.
Aunque no entienda la mayoría de infortunios que se agudizan en mis noches, solo quiero entender la manera en que pueda vivir sin tanta prisa, esperar con toda esperanza, y la manera más precisa de anidarme en tus brazos sin dejar ser dos almas libres.
-LF Medina
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