COSMOGONÍA -Eduardo Ramírez Moyano-

Suena un blues con tristes cadencias al compás de las caderas de la noche, que sobreviene fría y negra como de funerales un coche, parca en palabras como la misma Parca, sin un ápice de luz que entre por la ventana, mientras un cigarro apuro en pose desgarbada.
Hace sólo unas notas, por lo menos se veía, pero ahora hay que andar con velas por mi alcoba. Así que prendo el farolillo que ilumina todo el bosque camaleón de golpe, y varias litografías del Necronomicón, y al trote, voy a por el mando de las leds que modifico a azul claro, en un ambiente puro y manso de vergel, cielo paradisíaco, madrugadas del buen Lucifer, mi amigo a ratos…
El mandala del orgasmo regalado junto al monte de Venus extasiado, la libido de una gata de cristal ahumado, el boggart desheredado, y dos cigarros mal apagados… Me desconcierta la fiesta del salón de al lado, donde una alegre orquesta toca el «Vals de los ángeles de una sola ala», entre luces de mil colores que desnudan el alma, y damas hermosísimas de torsos bien cincelados, me acomodo en la amplia sala; a mí se acerca el carmín de una silueta seductora, hija del alba, que con calma me deja una rosa de fragancia en la mano de la palma, mi mente gira estrepitosamente, bella es la flor, pero más lo son sus piernas cuando me pide que la requiera, arde mi fiera, ¡esferas de cristal de vida bohemia!, el cielo son tréboles violeta marcando los segundos, las dimensiones… Vuelan orgasmos como estrellas divinas en las afueras, salpicando oro puro los cometas, entre galaxias de tesoros plenas de surtidores de adelfas, ricos rituales por los que sueñas, planetas en melodía, y aprehendiendo tanto, y vislumbrando tantos mundos y tanta vida, ya asumo que este vals es la cosmogonía que a nuestra especie dio luz, gestando en gesto de Amor la cruz: Como tenemos una sola ala, debemos abrazarnos a otra persona para poder volar.
Y así, danzando, con mi pareja, pude volar y surcar infinitos, atravesar mamparas atemporales, en la larga noche anaranjada y cristalina, chispeante y mágica, chorreante y blanda, desconocida y pura, expresionista nata, romántica y desnuda, azul oscura, roja a rayas…

Nota:

La cita «Somos ángeles de una sola ala, debemos abrazarnos para poder volar» es de Luciano de Crescenzo.

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