Una tarde sin sentido algo exasperaba en mí,
no sabía si era el amor perdido o las travesías que pasé por él.
Un piano que me acompañaba me dijo que escribiera unos versos con olor a canción y en él los interpretara:
«Entonces yo gritaba a pulmón herido,
con el corazón al aire y el mirar perdido,
en los sucesos de mis delirios,
que me hacían culminar mis fantasías contigo.
Pensaba,
en los tiempos de la guerra,
en la miradas candentes del deseo,
en las borrascas de la vía ferrea,
en lo regresivo de un conteo.»
y allí calló la melodía, la melodía murió, murió con el ser, murió con la canción; una canción de dos partes, dos partes de dolor, la parte de la creación y otra de defunción, la defunción de un piano, la defunción de un corazón, de una livida tarde, de un espectral cuadro, de un armario viejo,
y de un ser de antaño.
-LF Medina