Escabrosos senderos que no conducen a nada. Son caminos de andar y andar y nunca acabar, solo se acaban las fuerzas contenidas en el frágil interior. Mientras una luna cortada por hilos de nubes blancas, asegura que la oscuridad apenas empieza; unos caminantes exhaustos de declive en declive sopesan el seguir. Es seguir o parar; renunciar o morir. Pues el sendero que guía la luna no conduce a casa, las miradas atestiguan que cualquier lugar no es el hogar; que cualquier refugio no es símbolo de seguridad. Porque la laguna jamás alberga el agua del mar, ni el mar regresa el agua dulce al río que en él desemboca. Todo fluye hacia una dirección, menos el caminante que no hace su camino al andar. Así pasan las noches eternas por ese sendero de luna, la marcha no aprisa y los corazones ya casi no laten, las huellas se borran y las almas perdidas jamás llegarán al cielo.
-LF Medina 2021
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