Suple con desparpajo mil gaviotas de Verano, carnes del deseo que danzan de las mariposas al canto, dulce como pedacito del pecado, cariño es su talante y Fari su nombre, otra Diosa del Parnaso, que he conocido una mañana deliciosa de un Agosto soleado. Y no me canso de poetizar sus encantos.
Por fin, la sonrisa rutilante de una camarera me despierta los sentidos aborregados por el coronavirus. Al fin, esa chispa mágica de nereida matinal que abre arcoiris en el corazón de todo mortal.
Bella fémina llegada de algún paraíso celestial, hoy sorbo mi café y escribo estas líneas degustando su beldad.
DIOSA FARI (retrospectiva)-Eduardo Ramírez Moyano-

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