I
Dejo que el mundo arda
y me hundo
en el silencio líquido de mi esencia;
escribo,
uno por uno,
los negros símbolos de mi origen lejano.
II
Todas las letras son iguales:
ya no dicen nada,
se desmoronan
entre la muerte y el asombro.
Estoy varada.
soy el limbo,
entresuelo entre un mundo
y la nada
ser que ya no es.
III
Un párpado cerrado
trasmina escarlata:
luz incierta
balbucea;
suelta la serpiente su vieja vestidura,
relumbra la tierra;
no soy más yo
translúcida
miro a través de mis manos
puestas frente a mis ojos:
es un ocaso falso;
soy más que aire,
transpiro eternidad.
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