Existen desastres maravillosos que vienen acompañados de un cachito de vida, desastres que nos regresan el alma al cuerpo, que nos erizan la piel y se vuelven necesarios en nuestros insípidos días.
Existen desastres que llegan tumbando paredes, abriendo brechas y que se atreven a entrar sin siquiera tocar la puerta, desastres que llegan cuando menos los esperamos, pero que llegan para salvarnos.
© Addel Córdova
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