EL APERITIVO

Todos calzaban zapatos rojo sangre, que relucían en la noche violada y profanada de Haití, mostrando claramente media luna cornuda, satánica y brillante, conocedora cómplice de los innominables actos que allí solían perpetrar los bichos poderosos cuando se reunían.
El maestro de ceremonias era Puertas y Ventanas, no faltaba nadie, el club de los bichos asquerosos, y el Cabal entero.
Todos y todas estaban expectantes ante «Puertas y Ventanas», bajo la luz azulada del gigantesco, súper tecnológico y placentero salón. Mientras un suave hilo musical con «El Nuevo Mundo» de Dvorak, se filtraba a través de los tímpanos de los asistentes, las paredes comenzaron a abrirse en abanico, dejando ver cientos de incubadoras, perfectamente ordenadas, en cuyo interior habitaban bebés vivos. Aquí tenéis mi regalo, como os prometí -dijo Puertas y Ventanas- y continúo matemáticamente, a la derecha, embriones de 6 meses, sangre muy pura, cuerpos muy sanos, a la izquierda, neonatos, recién nacidos, (de 0 a 2 meses), (de 2 a 6 meses) y (de 6 meses al año), justo detrás de mí, tenéis niños y niñas de todas las edades crionizados, y detrás de vosotros, lo que me tiene tan ilusionado, los neo-hombres, los hombres y mujeres del futuro.
Hubo suspiros, ohs, y finalmente aplausos. El escabroso colectivo se disgregó hacia las incubadoras y máquinas de crionización. Hablaban entre ellos, se sorprendían, señalaban, se reían, como si estuviesen viendo una película, no les importaba nada en absoluto aquellas vidas. Eran de su propiedad y podían hacer lo que quisieran con las mismas.

– ¡Por favor! ¡Escuchen! -dijo el anfitrión:
Los meta-humanos aún están en fase de experimentación. Todo lo demás es como siempre. Según preferencias y enfermedades que tenga cada cual, deberá consumir la carne de bebé, niño o niña de la edad que mejor le convenga, para aprovechar al máximo los efectos del adrenocromo, les acompaña esta vez un robot experto, trato individualizado, en la elección del tipo y cantidad, que ya conoce sus antecedentes médicos; como bien saben, al lado de cada incubadora hay una sonda preparada para extraer sangre del bebé o niño y verterla a la copa-cubeta que mis androides les están proporcionando.


Y, al decir esto, se acercó a una incubadora, donde reposaba una niña de 6 meses de edad, junto a la cual se encontraban hablando entusiasmadamente Amabo, Notnilc y Yrallih, y se unió como uno más a la charla, levantando la copa y diciendo a grito pelado:


– ¡Por Satán!
Todo el pabellón se fundió en un atronador y espeluznante alarido, mientras los miembros alzaban las copas:
– ¡Por Satán! ¡Por Satán!
Mientras, el adrenocromo de niños corría por las gargantas de los asistentes, se sellaban pactos internacionales de trata de mujeres y menores, de tráfico de droga y de órganos, se decidía el rumbo de la Humanidad bajo los efectos de la glándula pineal del cerebro bien activada, para olvidar que jugaban con seres humanos, para colocarse tanto que no pudiesen reconocer las terribles atrocidades que estaban cometiendo…

Eduardo Ramírez Moyano

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