Mar y viento nos llaman huracán;
agua de sudoroso temple
desborda los poros,
aires violentos,
sal que empapa
y sabe a sexo
al tuyo, al mío,
al pertinaz deseo que nos convoca.
Tormenta de noche completa,
trasnoche ,
marea de arena insolente,
procaz:
me sabes deleite;
no me sueltes,
que me aferro a tu borda
y devengo inmortal.
Pasa el vendaval:
no duermas,
quédate despierto,
invocaré tu viento
vendré propicia
con el deseo en vigilia.
Imagen: Punta Antón Lizardo, Veracruz, México.
Fotografía: Susana Argueta
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