(Lluvia-canción del fluir imperecedero)
Hay hombres que luchan un día Y son buenos Hay otros que luchan un año Y son mejores Hay quienes luchan muchos años Y son muy buenos Pero hay quienes luchan toda la vida (y por la vida). Esos son los imprescindibles. Bertolt Brecht
(… le doy de masticar una paloma
y la enveneno de mi bien…
Silvio Rodríguez)
Esperanza digo con acento en cada letra
mientras te sé árbol reblandecido que resiste la tormenta
si bien en palizada y uno a uno empujando junto a tus del bien
recios cónsules y análogos obreros
todos refrenadores de estos hasta hoy apenas ignotos
poco menos que desfavorables vendavales.
Héroe sin capa (e incluso hasta sin mascarilla) te eriges incansable
gallardo y quijotesco en tanto nunca como hoy te asisten las más atingentes/pertinaces Dulcineas
Loadas sean sapiencias y bellezas y sobre todo esas muchas e infinitas
humanitarias tenacidades.
Cada gota de tu (y su) sudor sea por tanto bendecida
cada respiro vigorizado y fortalecido
y cada palabra de aliento revertida en luz y paz
para el cada vez más –ya no tan– ansiado/lejano/cercano/próximo mañana.
Toda licencia te damos para azotar, maldecir o condenar a los dioses o al destino
que ello en abundancia también te fortalezca
Pero sólo una cosa más —empero y sin derecho— nos atrevemos a exigirte:
no ser jamás impulsor ni cultivador del innombrable desconsuelo.
Aguanta, aguanta, aguanta, agua nutricia va para tu alma
Aguanta, aguanta… agua santificada también llueva dulce y confortante para tu espíritu.
Mientras el mundo en tensa calma levanta lastimeras canciones/oraciones;
en tanto el duelo y sus campana despiden lo mismo a los predestinados que a los incautos.
Sabemos ya que al menos en un algunos corazones por acá reverdecidos/agradecidos
brotan al fin (por fin)
anhelos en ascenso: retoños, brotes, de la vida, del mundo, del amor
… después de estos eternos tristes días presentidos como eras.
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