¡CORONAVIRUS!
Después de la tercera oleada de Coronavirus que asoló la Tierra en el 2.020, sólo quedaron en pie los humanos tratados genéticamente en laboratorios de alto nivel.
Se había diezmado la población mundial a final de año. Los sujetos recombinados con ADN porcino padecían, a veces, alteraciones nerviosas y cambios de humor, pero parecía obviarse esto, y a pesar de que no se conocía todavía todo el conjunto de efectos colaterales.
Tampoco se tuvo en cuenta las taras en la descendencia; si bien los niños-porcino no padecieron lo peor, sí que se vio alterado el gen relacionado con el psicoticismo y la agresividad en los peligrosos niños-rata (que atestarían los suburbios décadas después).
La segunda generación de niños-rata fue llamada niños-cucaracha y poseía una habilidad especial para dominar en situaciones “sucias”. Como es normal, alcanzaron los más altos cargos empresariales y sillones de poder político, económico y mediático, hasta que empezaron las rivalidades entre países y lo líderes-cucaracha, fieles a su nombre, apretaron los botones, eliminando todo rastro de vida en el planeta en una Tercera Gran Guerra nuclear.
Eduardo Ramírez Moyano
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