Espera, no me sueñes,
porque habré de partir
en plenilunio,
en el atardecer del deseo,
en mi eterno devenir.
Mis manos te rozan todavía,
te alcanzan
y, entonces, susurras.
Pero he de morir
como tu canto al alba.
No me dejes dormir
tú, mi único vaivén,
mi somnolencia,
la gota
que mi vaso
derrama.
Imagen: Rocío. Susana Argueta.
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