Hace frío, está oscuro,
camino hacia adelante, hacia atrás.
La luna se mece y se engaña a si misma,
cae lejos de toda mirada.
Los colores lóbregos de la ciudad me acompañan,
seres sombríos, atrapados en el destello de los faros,
ni siquiera me miran.
Fuera de toda brújula, me pierdo en un sendero sin fin.
Mi cuerpo se retira por uno de los callejones más oscuros,
mi cuerpo es una caída del tiempo.
Todo se nos escapa,
se nos esconde cada vez más.
Como un efluvio pálido,
que se quema bajo un humo ínfimo.