Me llenare de polvo viejo,
desecho de todas mis muertes,
del recuerdo de tus manos
y de tu silencio.
Me confundiré con el paisaje,
escenario del tiempo breve
y eterno,
y el aire que me falta.
Veré solo tu espalda lejana,
tus pasos contrahechos y salados
tu voz ya no hablará del secreto
tuyo y mío, del mar y la montaña
Será leve el trueno que anuncie
sin lluvia en el horizonte,
dentro del pecho,
un corazón que se rompe.
Imagen: El corazón de Ajijic. Susana Argueta.