Escucha las voces tu tiempo,
no te vuelvas
el insípido rehén
de tus propias metáforas,
no te desmorones
ante tus venas abiertas,
no escondas los mitos que creaste
para justificar tus cicatrices,
antes bien,
míralos de frente
para desollar tus entrañas
buscándote;
no te creas
las mentiras que te has dicho,
sobre tu glorioso pasado
para justificar tus desdenes:
saca uñas y dientes, que arañen
las paredes rotas de tus delirios;
no te envanezcas
para mirar a todos desde tu hombro,
mejor escúchate
denostando todo, menos a ti,
¡resiste tu propio rostro!