La noche permanece aún.
El silencio pernocta azul entre el femenino eterno y el ardor del hombre que vela.
Nada se mueve, sólo mis pasos son testigos del diario prodigio.
Majestuosos rayos dorados rompen la noche.
El hechizo se renueva:
el amanecer triunfa y toca el rocío.
Se despierta la gente,
hogares, miles, que se aferran a la vieja tierra
colgados de la ladera,
techos coloridos que despiertan
en un efluvio de luz cantarina.
Es donde se moja la sal.
La tierra a los pies de la montaña,
umbral de voces nuevas y antiguas
que cuentan el relato ido,
las miradas de antaño
con los ojos de ahora.