Bajas la mirada y callas, tus párpados se doblegan con el peso de tus cortos años. Habla, niño, ¿qué te duele? Silencio. Tu boca se cierra con el miedo, los golpes de tus amados, llora, niño tu dolor. Tu cuerpo ultrajado grita lacerado, tus brazos se cierran, tu corazón se apaga. No hables más, tus palabras desgarran mi existencia, soy más débil que tú.
Abres tus ojos y brilla tu mirada. La vida te ha traicionado, grita, niño, suelta tus amarras, despliega tus rotas alas, dame la mano, podemos caminar, aún con los pies descalzos. Guerrero de poca estatura, de espíritu inmenso, de fuerza descomunal, tu aire se ha vuelto viento, tus palabras viajan al universo, eres uno con la tierra, con el fuego, con el agua, vive, niño, juega, canta…
Cuentas tu historia y lloras. Pequeño corazón que sangra, vomita la podredumbre, limpia tu ser, niño de ojos grandes, de manos de aire, de pies inquietos. Descansa, respira, deja los lamentos. La vida es tuya, tuyos son los remolinos, los huracanes, las tempestades, los arcoiris, las lagunas, las mariposas y los ratones. Déjame acompañar tus pasos, un rato, sostener tu mano, un día, abrazar tu vida, unas horas y luego dejarte ir, verte partir, aliviado, reconfortado.
De «Tiempo Escarlata» Antología 2017 del V Encuentro Internacional de Mujeres Poetas en la Cuenca del Papaloapan.
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