CONCIENCIA ROTA
Tengo la conciencia rota
en mil minúsculos pedazos
como un vaso de duralex
que se estrella contra el suelo
y lanza al vacío esquirlas
de vidrio frío y cortante,
imposible de recomponer.
Así tengo la conciencia,
magullada por el filo
hiriente de las malas lenguas
viperinas y taimadas
tras su paso por la piedra
áspera, seca y cortante
del último afilador.
Cómo haré a partir de ahora
para vivir sin conciencia,
condenado sin un juicio
a ser siempre un inconsciente
que rebusca algún vestigio
entre los indecentes escombros
de la moralidad fracturada.
Tengo la conciencia rota,
sin fragua que la reforme
ni hilo que me la cosa.
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